El día que me callé

El día que me callé
El cineasta Víctor Arregui explora el posible origen de los tres infartos que ha padecido, entre otras dolencias que lleva a cuestas, en un acontecimiento traumático que vivió en su juventud, cuando era un militante político de izquierda en el Ecuador de 1987. Como si fueran dos corrientes que confluyen en un mismo hilo narrativo, la mirada documental de Isabel Dávalos, que lo invita a hablar, primero frente a la cámara y después frente a sus amigos de militancia y frente a sus hijos, se enlaza a la mirada del propio Víctor que pone en escena, en un ejercicio de catarsis, el episodio que lo marcó. Las películas que Víctor ha escrito y filmado aparecen también como huellas de su silencio. El autoritarismo encarnado en los cuerpos masculinos que obedecen el mandato social de la virilidad, con todos los tabúes que acarrea, es apenas uno de los temas que este valiente, preciso y desgarrador film pone en escena.
Víctor Arregui, guionista, fotógrafo y director de cine, ha conformado un pequeño crew de filmación con algunos de sus amigos más cercanos y les ha propuesto que lo acompañen en un viaje autobiográfico. El punto de partida es su deseo de revelar el secreto que ha llevado a cuestas desde hace treinta años. Siendo un joven militante del Partido Comunista, Víctor fue víctima de una brutal agresión a manos de un grupo de hombres uniformados. EVictor cuenta su historia mientras realiza el rodaje de las escenas de ficcion que acompanaran al film, lo hace con sencillez mientras no va confensando su secreto acompanado de sus temores, e inseguridades. Víctor, en su proceso de develar su secreto, visita a ex militantes y amigos quienes reciben su confesion con la frieldad típica de las masculinidades de nuestras sociedades.
El cineasta Víctor Arregui explora el posible origen de los tres infartos que ha padecido, entre otras dolencias que lleva a cuestas, en un acontecimiento traumático que vivió en su juventud, cuando era un militante político de izquierda en el Ecuador de 1987. Como si fueran dos corrientes que confluyen en un mismo hilo narrativo, la mirada documental de Isabel Dávalos, que lo invita a hablar, primero frente a la cámara y después frente a sus amigos de militancia y frente a sus hijos, se enlaza a la mirada del propio Víctor que pone en escena, en un ejercicio de catarsis, el episodio que lo marcó. Las películas que Víctor ha escrito y filmado aparecen también como huellas de su silencio. El autoritarismo encarnado en los cuerpos masculinos que obedecen el mandato social de la virilidad, con todos los tabúes que acarrea, es apenas uno de los temas que este valiente, preciso y desgarrador film pone en escena.
Víctor Arregui, guionista, fotógrafo y director de cine, ha conformado un pequeño crew de filmación con algunos de sus amigos más cercanos y les ha propuesto que lo acompañen en un viaje autobiográfico. El punto de partida es su deseo de revelar el secreto que ha llevado a cuestas desde hace treinta años. Siendo un joven militante del Partido Comunista, Víctor fue víctima de una brutal agresión a manos de un grupo de hombres uniformados. EVictor cuenta su historia mientras realiza el rodaje de las escenas de ficcion que acompanaran al film, lo hace con sencillez mientras no va confensando su secreto acompanado de sus temores, e inseguridades. Víctor, en su proceso de develar su secreto, visita a ex militantes y amigos quienes reciben su confesion con la frieldad típica de las masculinidades de nuestras sociedades.